El primer ministro israelí Netanyahu asiste hoy a su juicio por corrupción, en Tel Aviv.
22/05/2025
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Le ha costado más de año y medio de matanza indiscriminada, pero finalmente una parte de la comunidad internacional reacciona a las pretensiones del gobierno integrista y ultraderechista de Israel: exterminio de la población palestina (esto se llama genocidio, en efecto) y ocupación de su territorio. También a la actuación criminal de su ejército, que a menudo se comporta más como una horda de asesinos que como una fuerza armada que supuestamente debe llevar a buen puerto la misión de detener a una banda terrorista, en este caso Hamás.

Así, la reacción al acuerdo de asociación entre la Unión Europea y el Estado de Israel se hace como respuesta a la situación en Gaza, que es "intolerable, catastrófica y cruel", en palabras de la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, y tiene como objetivo forzar a Israel a desbloquear la llegada de ayuda humanitaria. Algunos Estados miembros, como Francia, amenazan con otras medidas, y España ha votado ya la interrupción de venta de armamento en Israel. Cataluña ha anunciado el cierre de la oficina que tiene en Tel-Aviv. Fuera de la UE, Reino Unido y Canadá han anunciado medidas no concretas (pero que pueden ir "contra personas específicas") si no se detienen los asentamientos ilegales de colonos judíos en Cisjordania, además de los desplazamientos forzosos de la población.

Es cierto que estas medidas llegan tarde para los más de 52.000 civiles asesinados en Palestina desde octubre de 2023, pero son realmente insólitas y pueden marcar el inicio de un importante giro en la relación entre Israel y Europa. Por tanto, son importantes por este motivo y porque durante todo este año y medio largo hemos oído y leído decenas de veces que esta reacción no se produciría nunca, y que pedirla era cosa de ingenuos, bonistas, wokes y cuñados que no entienden las cosas de la guerra y de la alta diplomacia (los que opinan así se ve que son expertos). Ahora que se ha producido la reacción que nunca debía producirse, lo que hacen estos mismos expertos es menospreciarla. No tendrá recorrido, no va a servir para nada, son gestos ridículos, etc. Ya veremos qué ocurre.

Por supuesto, quien dedica más desprecio a la ofensiva europea es Netanyahu, a quien debemos acostumbrarnos a referirnos como criminal de guerra. Ahora se ha vuelto elocuente y admite sin tapujos que el objetivo de su gobierno es controlar todos los territorios palestinos y desplazar a toda su población, al tiempo que admite que deben hacer "algo" con la ayuda humanitaria. "A nuestros amigos les desagradan las imágenes de hambre extrema", expone como motivo. Sus amigos son el gobierno de Donald Trump. Netanyahu encuentra que la propuesta trumpista de convertir a Gaza en un resort turístico, que incluso fue escenificada con un vídeo, es "correcta y revolucionaria". Esto nos recuerda que por aquí también nos hacemos un harto de escuchar llamadas "revolucionarias" desde la derecha. Una de las cosas que tenemos al alcance de hacer es cuidar el lenguaje y darle a las palabras la importancia que tienen. Revolución, cómo libertad, es una palabra desgastada por el uso abusivo y tergiversado que hacen los reaccionarios.

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